Artículos

 

07-12-2006

Tom Waits, huérfano ¿de qué?



La figura musical de Tom Waits empieza a alcanzar dimensiones a la altura de muy pocos compañeros de profesión. No contento con facturar dos grandes discos de una sola vez, como fueron “Alice” y “Blood Money”, el californiano va un poco más allá y se “que

La figura musical de Tom Waits empieza a alcanzar dimensiones a la altura de muy pocos compañeros de profesión. No contento con facturar dos grandes discos de una sola vez, como fueron “Alice” y “Blood Money”, el californiano va un poco más allá y se “queda a gusto” con, nada más y nada menos, que tres discos de un plumazo. En este artículo analizaremos un poco los discos que forman “Orphans” e intentaremos encontrar una explicación a tan sublime muestra de inspiración a través de las palabras del propio Waits en diversos medios. Según Waits, el disco “es un chico sin futuro manejando un ataúd con neumáticos grandes a través del río Ohio, usando anteojos para soldar y un golpeador de esposas con un petardo en su oído”.

“Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards” lleva ya en las tiendas varios días. Pero no es un disco normal y por eso no se merece una simple reseña. A su evidente interés musical, se le suma una exquisita presentación con un libreto de hasta 94 páginas que lo convierte en una especie de caja de coleccionista, más que en un disco normal. Ya advierto desde estas primeras líneas, que no hacerse con él supone un craso error imperdonable para cualquier seguidor de la música contemporánea, sean cuales sean sus preferencias. Por que en estas tres joyas, Waits ha demostrado que es tan punk como bluesman, soulman o, incluso, un rockero de los 50. “Estos temas sobrevivieron a la riada y fueron rescatados de las ramas de los árboles cuando las aguas retrocedieron”

El inicio con “Brawlers” es, simplemente, magnífico. Un CD que se abre con una pieza tan adictiva como “Lie To Me” debería estar casi prohibido. Y lejos de eso, Waits no baja el nivel, sino que lo mantiene con trallazos del calibre de “Lowdown”, “Fish In The Jailhouse” o “Lucinda”, una excepcional balada western que recuerda sutilmente a “The House Of Rising Sun”. “Las canciones de "Orphans" son ásperas y tiernas melodías. No muerden, sólo necesitan atención” dice Waits. Realmente eso es algo en lo que no merece la pena que pierda más tiempo solicitándolo. Con solo pinchar cualquiera de los temas de “Orphans” nuestra atención se dirige, inevitablemente, a la voz del poeta solitario, a la guitarra de Marc Ribot y a los sonidos ásperos y sudorosos de canciones como “Rains On Me” o “Bottom of The World”. "Me gusta descubrir sonidos en todas partes".

“Bawlers” es distinto, pero no por ello menos magistral. De hecho es un trabajo soberbio que, al igual que los otros dos, podría caminar solito y ser, individualmente, uno de los discos de este año. “Pensé que sería más fácil escucharlas ordenándolas. Es una bandeja de platos variados, rara y nueva”. Y eso es lo que ha hecho. Tras los ritmos pesados, densos, llega la calma, la delicadeza sonora. En este disco, Waits retoma géneros que ha ido dibujando en los temas de toda su carrera, desde el tango (“Little Drop Of Poison”) hasta el jazz (“Little Man”), pasando por el vals (“Widow’s Groove”) o las baladas pianísticas etiqueta Waits (“Never Let Go”). “Soy pedazos de cosas”. Y eso es “Bawlers”, pedazos de vida de un Tom Waits que las une de manera magistral para crear un todo homogéneo, uniforme y sublime. “Algún día no estaré. La gente escuchará mis canciones y así apareceré como por arte de magia”.

“Hacer este disco fue como vaciar los bolsillos sobre la mesa tras una noche de apuestas y robos”. Y eso parece “Bastards”, una entrada a lo más secreto de la mente waitsiana, una investigación en sus bolsillos y, por ende, en los sonidos más oscuros, más toscos, más experimentales. Se abre con “What Keeps Mankind Alive”, una canción de Kurt Weill escrita por Bertold Brecht y que muestra por donde van a ir los tiros. En este disco, Waits homenajea a sus mitos: al nombrado Brecht, a Kerouac, a Bukowski…”Bastards” nos muestra también al eterno trovador de las causas perdidas, al contador de historias que entronca directamente con la figura del songwriter. “Son temas nuevos, temas perdidos, temas huérfanos… Los títulos de cada álbum se corresponden con la música y atmósfera que hay dentro. Son muchos tipos diferentes de líricas, de estilos, de acentos, incluso de voces. Pero ahora me siento más cercano a Bastards”. Es su huida hacia delante, su aportación definitiva a la música del s XXI. Sus miedos y sus preocupaciones están en este disco, pero también sus dichas, su actitud positiva y su relajación al mirar su obra con el gusto de saber que has hecho algo grande.

“Hay un mambo sobre un convicto que se fuga de la cárcel con una raspa de pescado, un delta blues sobre un vecino molesto y una pieza hablada sobre una mujer que fue alcanzada por un rayo. También un madrigal escocés del siglo XVIII sobre una homicida rivalidad entre hermanos, una canción a capella sobre un ahorcamiento y un tema de Jack Kerouac y un espiritual con una petición personal dirigida al Señor”. Cuando habla de Bob Dylan, Waits no lo duda “ese tipo es un genio”, adjetivo que parece que el de Duluth va a tener que compartir, para siempre, con un tipo que confiesa que “siempre he tenido miedo a que las cosas salgan mal”. Cualquiera lo diría.

Autor: Eduardo Izquierdo

Bookmark and Share